La alimentación es una de esas áreas en las que pensamos, con más frecuencia, cuando escuchamos los términos «consumo» y «responsable» juntos. Sin duda, las campañas de sensibilización han surtido efecto a este respecto, por lo que a una buena parte de la población le son familiares conceptos como el de «agricultura ecológica» o «productos de proximidad». A base de palos (de destrozar el planeta, para ser más claros), hemos aprendido que nuestro sistema está defectuoso y que lo más recomendable para nosotros y para las generaciones futuras es un cambio -uno que nos lleve a reconectar con la tierra y con las personas que tenemos a nuestro alrededor.

Esa es, precisamente, la propuesta que realizan los grupos de consumo: favorecer el consumo local o de proximidad, de calidad, ecológico, y a un precio asequible.

Gracias a la cooperación y la colaboración, los grupos de consumo permiten acceder a productos que de otro modo, es decir, a título individual, no estarían al alcance del consumidor. Usan la capacidad del colectivo para acercarse al productor de manera directa, gestionar pedidos y negociar precios. Eliminan los intermediarios, con las ventajas que eso supone para ambas partes, y mantienen la riqueza en casa, en su comunidad. Todo aderezado con algo tan básico pero, a la vez, tan necesario como la creación de lazos sociales más fuertes y un entorno de confianza.

Tal vez por eso se reproducen a un ritmo exponencial e incluso se reinterpretan para adaptarse a los nuevos tiempos, a la era digital, como en el caso de La Colmena Que Dice Sí.

De ellos, habla Quini Bermejo, miembro del grupo de consumo cacereño Manojo, en esta entrevista para ‘Maneras de Vivir’, en Canal Extremadura. ¡Que lo disfrutéis!

Foto de portada: Lewis Wilson en Unsplash.