2017 será el Año Mundial del Turismo Sostenible para el Desarrollo. Así lo ha declarado la Organización de Naciones Unidas. La noticia, que ya de por sí tiene interés, es incluso más relevante estando, como estamos, en pleno periodo estival, meses en los que muchos de vosotros estaréis de vacaciones e invertiréis vuestro tiempo libre en viajar. Para todos, también para los se ven obligados a descansar en otras estaciones, una anotación: existen alternativas para practicar un turismo más responsable.

Hemos de comenzar reconociendo la importancia de este sector de actividad. En nuestro país se ha configurado como uno de los principales motores económicos y el patrón se repite a nivel internacional. Según la Organización Mundial de Turismola cifra de turistas internacionales ya ha alcanzado los 1.200 millones de personas y podría llegar a los 1.800 millones en el año 2030. Precisamente por su peso a escala global, se antoja oportuno pensar en sus efectos. Los positivos los conocemos por las cifras macroeconómicas que ofrecen los medios de comunicación cada principio y final de temporada, pero sabemos menos sobre los negativos, que también los hay.

La especulación urbanística y las construcciones ilegales en los más de 8 mil kilómetros de costas españolas suelen mencionarse como casos paradigmáticos de malas prácticas en este sector, mas no son el único aspecto condenable del turismo de masas.

Los viajes de millones de personas para conocer otros lugares y otras culturas suelen estar asociados a un aumento del gasto energético en los destinos, la sobreexplotación de los recursos locales, la generación de residuos y, por ejemplo, mayores niveles de contaminación de los ecosistemas por el incremento de los desplazamientos.

Al impacto ambiental se une el social. En muchas ocasiones, en especial cuando visitamos destinos exóticos, lo hacemos aprovechándonos (consciente o inconscientemente) de relaciones económicas desiguales Norte-Sur. Por no hablar de cómo nos relacionamos con la cultura y las comunidades locales o de esa sensación de homogeneidad que nos persigue allá donde vamos –en cualquier destino turístico que se precie encontraremos las mismas cadenas de restauración, las  mismas grandes empresas de ropa, los mismos hoteles.

De este modo, los beneficios que el turismo reporta (riqueza, empleo) parecen pagarse a un alto precio. Aunque existen alternativas: una forma de viajar sostenible, responsable, con un mayor respeto al medio ambiente, a la realidad local y al desarrollo económico de los destinos. Hablamos de un modelo de turismo consciente, el que las construcciones creadas para los viajeros respetan el entorno, las excursiones son menos agresivas con la naturaleza y el municipio trabaja con los operadores para empoderar a la comunidad local –incluyendo a los grupos de población más desfavorecidos— y preservar las tradiciones del lugar.

El turismo responsable es hoy una opción que eligen cada vez más personas; no solo intrépidos aventureros ávidos de experiencias insólitas, como podría parecer, sino también familias completas que disfrutan de la singularidad de estos destinos.

Agencias como Agrotravel Turismo Responsable, pionera en nuestro país, lo hacen posible. Por eso, he querido hablar con su directora, Susana Conde. Ya podéis escucharla en Maneras de Vivir, para Canal Extremadura.

Como decía en una de sus campañas el Centro Español de Turismo Responsable, “no existen malos viajeros, sino viajeros mal informados”. Hoy podemos dar un pasito más para combatir ese desconocimiento.

 

Si sabéis de algún proyecto de turismo responsable en vuestro municipio o alrededores o si ya habéis viajado de manera más ecológica  y consciente, compartid vuestra experiencia. Hablaremos de ella.

 


Foto de portada: Steven Lewis en Unsplash

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